viernes, 10 de julio de 2009


Trotamundíaca es un precioso nombre para un nuevo proyecto.
Es un palabro simpático que conlleva mucha carga personal,
desde muy pequeña aprendí que cuando la realidad no me gustaba
me podía refugiar en la imaginación...
Y a través de Ella, me fui a lejanos horizontes,
conservando mis pies en el mismo suelo.
Me entrometí en otros mundos tanto literarios como musicales, pictóricos, etc.
Y de esa manera aprendí historias, viví otras vidas,
y visité lugares que por fortuna luego pude ver con mis propios ojos.
La trotamundíaca levantó los pies
y empezó a caminar por países que nunca creyó que vería,
una parte de la fantasía se convirtió en realidad...
Pero el paso del tiempo ha hecho que ahora los pies estén quietos,
enfundados en unos zapatos de cemento que cuesta mucho levantar,
las fuerzas se han ido perdiendo por los caminos
y ahora me da miedo caerme.
Por eso he vuelto a mis eternos amigos:
a mis libros, mi música, mis cómics, mis pintores, etc.
Aún hay tiempo para volver a caminar, lo sé,
cuando se está en el suelo ya sólo queda levantarse,
quizás el término sea así profético y la trotamundíaca vuelva a sus andanzas...
Mientras tanto, aquí dejaré algunas de sus reflexiones,
por si alguien quiere escucharlas.
Y como el término no es mío,
lo primero es agradecer el préstamo:
Gracias por Tu generosidad Amiga.